Antes de someternos a una operación de rinoplastia, es necesario que estemos seguros de que nuestra decisión obedece sólo motivos personales y no a presiones de la familia, de los amigos o a los estandares estéticos de la sociedad.
Lo ideal es que el cirujano evalúe si la cirugía es adecuada o no, pero algunos de los motivos más comunes son:
- Un accidente que haya desfigurado la nariz.
- La nariz no se adecúa al rostro, normalmente por ser muy grande.
- Nariz muy ancha vista de frente.
- Nariz desviada o no centrada.
- Problemas en el puente nasal.
- Problemas de respiración.
También debe tenerse en cuanta que no todos los problemas pueden ser eliminados, o corregidos en su totalidad. Lo primero que debe hacerse es discutir lo que queremos con el cirujano, quien nos dirá si eso es posible o si es lo más idóneo para mejorar nuestra imagen.
La rinoplastia puede brindar un resultado muy satisfactorio, con una notoria mejora en nuestra autoestima, pero para ello es necesario estar física y emocionalmente maduro para saber lo que queremos de verdad. De lo contrario, es muy común caer en una depresión, ya sea por los efectos secundarios de la operación o por no estar contentos con los resultados.
Si se esta decidido a operarse, hay que estar concientes de los efectos negativos, y sobre todo tener en mente todas las cosas positivas que nos empujaron a tomar esta decisión.